Nada se revela en la forma final
Publicado en Noviembre 4, 2010 a las 11:00 pm
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¡Qué enorme y fuerte “bomba” debería ser nuestro corazón para bombear la sangre por todo el cuerpo! Porque, en el corazón existen vasos capilares tan sutiles que para bombear la sangre a través de ellos se necesita una pompa enorme y muy fuerte. Y también para hacerlo se necesita una condición: ¡las paredes de estos vasos capilares deben soportar esta presión!
También los científicos han descubierto que el corazón sólo da ritmo y nada más. El resto lo hace el cuerpo. En su sistema sanguíneo, en todo este “tubería” existen válvulas. Los músculos contraen los tubos capilares y ellos abren las válvulas y permiten a la sangre circular en la dirección necesaria. Estos tubos funcionan como una bomba.
En otras palabras esta red sanguínea se anima a sí misma. Esto es una conexión viva y precisamente ella y no el corazón garantiza el funcionamiento del cuerpo. El corazón sólo dirige este proceso, marca el ritmo.
De todo esto debemos entender que en el sistema de la conexión entre las almas todo el trabajo depende de nosotros. Precisamente nosotros debemos hacer que la conexión entre nosotros “viva”, abriendo y cerrando las “válvulas”, creando presión en los lugares exactos para transportar la Luz Interior (la espiritual energía vital) entre nosotros.
Porque, cundo traemos a este sistema la vida por medio de nuestra búsqueda, nuestro trabajo interno, sólo en este momento revelamos en este sistema una fuerza vital. Y antes de esta revelación todo este sistema es un sujeto muerto, “una gota de semen” que tiene por delante su desarrollo.
Por eso nada se revela en forma final. No existe nada preparado de antemano. Existe sólo algo en lo que tú inspiras la vida. Y el principio esencial es la colaboración, la garantía mutua, como en nuestro organismo biológico.
(25408 – De la preparación para la lección del 29 de octubre 2010.)
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