Un medicamento amargo en vez de una mentira dulce
Publicado en Diciembre 21, 2010 a las 10:00 pm

Pero, ¿de dónde sacaré yo esta fuerza para aferrarme de esta forma a la verdad, aun cuando me siento mal? Esta fuerza adicional la recibo únicamente del entorno. De esto deriva que no hay para qué elevar la voz clamando a la Luz. La Luz obra sobre nosotros solamente según la medida de nuestra disposición. Ella puede esperar mil años hasta que estemos listos por medio de un desarrollo lento y gradual, o puede aumentar su influencia súbitamente en cualquier momento si estamos preparados.
De su parte no hay retrasos. El retraso depende únicamente de la medida de mi disposición a tolerar la desconexión entre los Kelim (vasijas) y las Luces y estar por “encima de la razón”, por encima de los sufrimientos físicos, estar dispuesto a encontrarme en esto incluso cuando la sensación es amarga. Porque realmente es amargo no usar los Kelim de Cabalá (vasijas de recepción), el deseo para mí mismo, y permanecer en la intención de otorgamiento.
Por lo tanto, no tenemos otro medio para acelerar el desarrollo fuera de la unión con el entorno. Y la unión con el entorno también es muy enfermiza. No puedo superarme. Puedo invocar a los amigos para que se junten miles de veces, y estas serán apenas palabras. A continuación me toparé con mi pared interior, y fuera de las palabras no puedo hacer nada.
Pero si nosotros intentamos, de todas maneras, hacerlo juntos, entonces cada uno recibe impresión de los demás y llega al punto de la verdad, descubre que no puede hacerlo, pero precisamente esa pared es la que debe traspasar. Así es que lo demanda laLuz que reforma.
(De la 2º parte de la lección diaria de Cabalá del 12/21/10, Talmud Eser Sefirot)
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